domingo, 10 de mayo de 2009

Arcadas y vomitonas


Qué asco me da todo.
Basta un simple instante, palabra o imagen para que este veneno me queme por dentro. Otra vez. Y es que las odio. Las casualidades y las oportunidades desperdiciadas. Aunque esas oportunidades fueran inútiles y no cambiasen nada. Pero da igual, las sigo odiando de todas formas.
Aaarrrggggggg!!!

sábado, 9 de mayo de 2009

Lo que se esconde tras un vistazo

Las cosas nunca son como a primera vista las figuramos, y así ocurre que cuando empezamos a verlas de cerca, cuando empezamos a trabajar sobre ellas, nos presentan tan raros y hasta tan desconocidos aspectos, que de la primera impresión no nos dejan a veces ni el recuerdo.



_______________________________Camilo José Cela: La familia de Pascual Duarte

sábado, 2 de mayo de 2009

Espinas

"El amor sólo es eterno mientras dura, y las lágrimas no curan los estragos que te deja la pasión..."

Sólo se trata de un verso de una canción descubierta por casualidad, pero que justamente refleja más de lo que aparenta. Después de cierto tiempo, de muchas esperanzas depositadas en algo, frágil pero resistente, nacido de la casualidad, que en poco tiempo se había convertido en uno de los pilares que sostenían mi vida, finalmente, como reza otro verso de otra canción: "Se me rompió el amor de tanto usarlo".

Y no se trata de que sea ahora el turno de los arrepentimientos. Cierto que yo tengo mi parte de culpa, por tantas peleas y enfados que, bien pensado, en realidad son estupideces, y por cierto egoísmo de pensar sólo en mí misma, pero también es ahora cuando más puedo valorar montones de pequeños detalles que son los que te hacen levantarte con un sonrisa y darte cuenta de lo afortunada que eres. Y si ante una declaración de sentimientos yo me he quedado callada, incapaz de responder, no es por otra cosa llamada miedo. Miedo porque al declarar tus sentimientos hacia una persona te vuelves vulnerable, porque te das cuenta de que, en un determinado momento y sin saber cómo, has empezado a depender de ella, de que tu felicidad ya no es sólo cosa tuya. Y justo es esa vulnerabilidad lo que me asusta.

Sin embargo, es ahora, con todo acabado, cuando me doy cuenta de todo esto. Y pienso que realmente no me importaba estar a merced tuya, porque a pesar de muchas cosas, eso era lo que me hacía feliz, el saber que pase lo que pase, ahí hay alguien dispuesto a hacerte sonreir.

Lo que me pregunto es lo que te hacía feliz a ti, ya que esto no era suficiente.

Puede ser que se me olvidaba lo fundamental: que a pesar de nuestra aparente madurez, de las declaraciones y las promesas, no dejamos de ser niños de 17 años. Y esa es la espina que tengo clavada, y que por más que lloro no se quita.

Todo lo demás está muy bien, peeeeeeeeeeeeero, hay sutiles diferencias entre esto y lo demás.

Esto es lo que digo yo ahora, pero vete tú a saber dentro de un tiempo...