sábado, 31 de mayo de 2008

El legado.

Todo esto que te he contado, hijo mío, te ruego que lo guardes como el mayor secreto de tu vida, después de haber destruido estas cuartillas que espero no hayas leído hasta después de mi muerte, como bien te advertí y tú prometiste.
Sé que vas a sufrir, pero calcula el sufrimiento que yo he padecido en tantos años de atormentada soledad.
Ahora sólo me queda darte mi bendición y hacerte saber que la muerte es benigna porque sólo en ella se disuelve la memoria de nuestra desgracia.

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